Una
lección mundialista,
por Gonzalo
Müller.
No pocos partidos del Mundial fueron
definidos por los directores técnicos, desde la correcta lectura del adversario
hasta la decisión clave de hacer entrar al jugador determinante. Así lo hizo
Joachim Löw cuando envió a Götze a reemplazar a Klose, y Alemania celebra hoy
su cuarta copa.
La lectura de la Presidente Bachelet
sobre el mal momento que enfrentaban sus reformas es clara. Sus jugadores no
estaban rindiendo y habían encontrado una insospechada oposición social. Esto
estaba provocando que distintos actores políticos trataran de sintonizar con
esas críticas, incluso en el propio oficialismo.
Los políticos son muy sensibles al
apoyo o rechazo que generan sus acciones en la ciudadanía: la reforma
tributaria se estaba hundiendo en la impopularidad y distanciando a la clase
media del Gobierno. Ante este escenario, la Presidente decidió enviar un
mandato claro de terminar a todo evento con la discusión a través de un acuerdo
lo suficientemente amplio. Pedirle un cambio de estrategia al jugador que
lideraba el enfrentamiento —en parte causante de los problemas— habla del
pragmatismo y disciplina en las decisiones de La Moneda. El Ministro Arenas
sabía que la única forma de seguir en la cancha era acatar las instrucciones,
sin pensar en los costos personales.
Para un Gobierno con un profundo afán
reformista, incluso refundacional, es intolerable aparecer distanciado de la
opinión mayoritaria en lo que considera el corazón de sus reformas. Pero
suponer que sólo evitando las críticas políticas logrará que la ciudadanía no
siga exigiendo ser considerada en los cambios es una ilusión que le puede salir
cara al Ejecutivo.
El aprendizaje de quienes se
articularon cambios sustantivos en la reforma tributaria fija un camino claro
para los actores sociales en educación y en otras áreas. El Gobierno, en los
hechos, ha reconocido que está dispuesto a ceder frente a la presión de la
calle y que su tolerancia a la crítica de los nuevos movimientos sociales es
baja cuando éstos no responden a las lógicas de la lealtad política.
No sabemos todavía qué cambios a su
diseño político rondan la mente de la Presidente, pero nadie duda de que se van
a ir expresando con fuerza en el segundo semestre y que pueden concluir en un
ajuste Ministerial. Por distintas razones, no todos los jugadores han sabido
responder a la confianza del DT.
El dilema de Bachelet es complejo.
Por un lado, recuperar la confianza de los sectores medios requerirá de su
Gobierno un esfuerzo serio, sobre todo en un clima de desconfianza e
incertidumbre ante las reformas en diversos sectores. Por otro lado, la
molestia que provocó el acuerdo tributario en la izquierda autoflagelante
tensiona a la Nueva Mayoría.
Si la unidad era en torno a un programa
y una parte del oficialismo siente que podría llegar a incumplirse por la
insistencia de sellar acuerdos con la oposición, se relativiza lo único en
común de la coalición Gobernante: su apego a una hoja de ruta compartida.