El festival
del gasto,
por Sergio Melnick.
“Pareciera que el futuro
del país depende sólo del Estado, en particular de este Gobierno, y que las
personas y emprendedores poco tienen que aportar. En la filosofía retrógrada de
La Moneda, quizás desean que todo fuese Estatal.”.
Es interesante tratar de desentrañar el costo
de las medidas anunciadas el 21 de mayo pasado. Pareciera que el futuro del
país depende sólo del Estado, en particular de este Gobierno, y que las
personas y emprendedores poco tienen que aportar. En la filosofía retrógrada de
La Moneda, quizás desean que todo fuese Estatal. El problema es que eso nunca
ha funcionado y los ejemplos que quedan son más bien patéticos.
Al día siguiente de asumir, el Gobierno gastó
en forma permanente unos US$ 500 millones en bono marzo e invierno. A ENAP le
llegan US$ 400 millones, aunque ya en su periodo anterior Bachelet le inyectó
US$ 250 millones sin lograr mucho. Al BancoEstado le llegan US$ 450 millones y
la señal de nombrar a un político como Francisco Vidal en el directorio es muy
poco auspiciosa.
Para las salas cuna y preescolar no se sabe
exactamente el monto, pero hablamos de al menos unos US$ 750 a 1.000 millones.
La gratuidad de los colegios tampoco sabemos, pero podrían ser unos US$ 2.000
millones al año, y la compra de infraestructura no menos de US$ 5.000 millones.
Esta plata estará muy mal gastada, sin efecto en la calidad ni el desarrollo.
Para administrar los colegios que se desmunicipalicen se creará una especie de Ministerio
paralelo que podría costar entre 100 y 200 millones de dólares al año (quizás
más, no se ha informado). Aún nos falta la gratuidad de las universidades, que
algunos estiman en US$ 3.000 y 5.000 millones más al año. Me cuesta cuadrar las
cifras, por falta de información oficial de todos estos costos.
La agenda de productividad cuesta US$ 1.500
millones; Codelco requiere otros 5.000 millones; en hospitales se proyectan US$
4.000 millones en infraestructura, pero falta decir cuánto costará operarlos;
el costo exacto de compensación a los Municipios por los traspasos de colegios
no se sabe, pero serán muchos cientos de millones de dólares; el pase escolar
para las vacaciones va a costar unos US$ 50 millones al año, recursos que bien
podrían ir al Sename, los ancianos, los campamentos, etc.
La AFP Estatal tampoco sabemos cuánto cuesta.
Las dos nuevas universidades en Regiones, si van a ser de calidad, al menos
unos US$ 100 a 120 millones, sólo para partir, y los centros técnicos quizás
otro tanto o más. Sin olvidar 6.000 nuevos Carabineros, 1.200 PDI, unos 1.500
nuevos funcionarios del SII y otros 500 para aduanas. El nuevo censo,
innecesario, serán otros 60 o 70 millones de dólares. Sumemos la duplicación de
los fondos de pesca artesanal, el programa de turismo social, la Ley Ricarte
Soto, la nueva agencia de concesiones, el laboratorio de Gobierno para América
Latina. También se anuncia un nuevo puerto y mejoras en transporte en
Valparaíso, Antofagasta, y Concepción, coronadas por los US$ 1.000 millones
adicionales al Transantiago. Más millones.
En el mandato anterior de Bachelet, el gasto
público aumentó 10.5% promedio al año y el producto creció sólo al 3% anual.
Por cierto, consumió la mitad del fondo del cobre, que Piñera restituyó a US$
23.000 millones, ahora nuevamente disponibles para el despilfarro.
La Presidente es una máquina de gastar. Es
bueno gastar si el país lo produce, pero sobre todo, es fácil gastar la plata
de los demás.