viernes, enero 08, 2010

Un mito fantasioso.


(Cuidado los virajes bruscos pueden ser peligrosos,
aunque en política siempre son engañosos)


Un mito fantasioso.

La división política en que la izquierda es la defensora de los los pobres y la derecha es la defensora de los capitales es un mito del pasado, como quedo demostrado con la caída del muro de Berlín y la constatación del atraso en que mantenían prisioneros a los habitantes de los países que conformaban el “paraíso socialista”.

Este anacronismo de la revolución francesa ha sido transformado en un mito del que se aprovechan los zurdos para seguir engañando a los pueblos a quienes han tratado de mantener en la ignorancia para seguir explotando sus necesidades solo con intenciones político electorales y auparse al poder sobre las espaldas de los trabajadores.

La derecha no es la defensora de los capitales, pues estos para defenderse se alinean siempre con quienes están en el poder, confirmando aquello que el dinero no tiene colores partidistas. Para entender la realidad hay que mirar para constatar que inmensas fortunas son cercanas a este autodenominado progresismo.

La derecha económica, por necesidades de subsistencia y porque los negocios que dejan grandes utilidades son proporcionados por el Gobierno, no solo está con quien ocupe el Poder Ejecutivo, sus negocios están cruzados por amistades y familiares enquistados en el poder político, lo que les asegura altas rentabilidades.

Las izquierdas no defienden a los trabajadores, en el mejor de los casos defienden a las burocracias sindicales que les proveen de apoyo, interesándoles muy poco la realidad de sufrimientos que afectan a la mayoría de los trabajadores, que o se encuentran cesantes o sobreviven con un miserable salario mínimo.

20 años de gobiernos progresistas no han mejorado las condiciones de vida de las mayorías, solo en el papel ha disminuido la pobreza al utilizar parámetros del pasado para su medición, aumentando la grotesca brecha existente entre los sectores más ricos de la población y las más desposeídos del país.

Las clases medias, sean estas las tradicionales o las emergentes, son tratadas como enemigos por las izquierdas, que ven en ellas un mercado al que no pueden llegar debido a que por su ilustración son más difíciles de engañar y por su preparación son capaces de analizar la inviabilidad de los ofertones que lanzan para ganar las elecciones.

El pueblo, vocablo utilizado por la izquierda para referirse solo a los más modestos de la ciudadanía, han sido abandonados a su suerte o por medio del asistencialismo Gubernamental se les pretende tener cautivos en apoyo a políticos que han traicionado lo que han dicho defender y han vendido las ideologías que han postulado.

No nos dejemos engañar nuevamente, lo que Chile necesita hoy no es más de lo mismo, que es lo que representa Eduardo Frei, lo que Chile necesita es que lleguen a La Moneda formas diferentes de Gobernar, eficientes y honestas, ideas nuevas y claras que nos lleven al progreso, además, por cierto de alcanzar mayor justicia social.

EMPELOTANDO A LAGOS