martes, agosto 11, 2009



Dagas y Políticos,
por Rodrigo Lema González
Esta campaña presidencial ha tenido de todo: díscolos, descalificaciones, renuncias a los partidos, controversias, giras por el territorio... Sin embargo, lo que más me llama la atención es algo que no es bueno en ningún caso: la falta de ideas para debatir, un gesto que se ha hecho patente en el candidato oficialista.

Y eso ha sido más notorio ahora: ya que Eduardo Frei, en lo que ya es el colmo de la paranoia, acusó una confabulación entre Sebastián Piñera y Marco Enríquez-Ominami para perjudicar su candidatura.

No sé ustedes, pero esto es un claro manotazo de ahogado. Hasta donde yo sé, ni Piñera ni ME-O le escriben los discursos a Frei, así que no los puede culpar de las barrabasadas que dice cada día en la prensa, y que sólo contribuyen a hundirlo más en las arenas movedizas, en las que lleva atascado un buen tiempo. Sorprende que una persona como el senador DC, que lleva más tiempo en la política que el que yo llevo respirando en este planeta esté utilizando un Stiletto para tratar de cortar, cuando todos saben que es un arma diseñada para apuñalar.

A Frei le cuento más de una decena de ataques en menos de quince días. Piñera le respondió con lo del barro, y ME-O sólo lo llama "senador DC" ¿Eso es un ataque? ¡Por Dios! Pensé que yo era perseguido, pero al lado de Lalito, me quedo corto, y por mucho...

Aún peor, tiene la desfachatez de realizar esa acusación cuando el propio gobierno, a través del aparato publicitario que cuesta US$2 millones mensuales de nuestros impuestos, realiza un brutal intervencionismo electoral, con todos a bordo del tren: ministros, subsecretarios, ¡e incluso la propia Jefa de Estado!

¿Y por qué, señores? Sólo porque ven que su agenda es prolongar la ineficiencia , el cuoteo y la corrupción que han caracterizado a estas últimas dos décadas (de las que él mismo fue parte durante una pesadilla que duró seis años), y que la gente ya no se traga el cuento como antes.

Pero creo tener la solución a todo este lío: dejarlo hablar, para que, de esta forma, el propio electorado le termine dando el "coup de grâce" a él y a su coalición.

EMPELOTANDO A LAGOS