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Atmósfera.
por Rodrigo Lema González(*)
Algo raro ocurre con la atmósfera de la región. No sé si está enrarecida, electrificada o simplemente podrida. Lo cierto es que el aire de Latinoamérica dista mucho de estar limpio.
Vemos como, gradualmente, nuestras sociedades comienzan a transformarse en un free for all o un deathmatch -como se dice en algunos videojuegos-. En buen cristiano: la ley del más fuerte comienza a imponerse. Y ejemplos sobran: una delincuencia cada vez más agresiva, una justicia renuente a aplicar las sanciones correspondientes y las policías con atribuciones cada vez más limitadas. Para peor, al Gobierno parece no importarle, o tiene puestos los anteojos color rosa.
Por otro lado, la clase política -cuyo apellido le queda grande, dicho sea de paso- ha tenido un giro de 180º en sus actividades, pasando de servir a la población a servirse de la misma. ¿Y quién no lo haría? Con un sueldo de $17 millones mensuales (no tengo antecedentes de cómo es en otros países de la región), la tentación es grande. Además, la asistencia no es obligatoria. En otras palabras: el trabajo perfecto, tan perfecto, que todavía seguimos empantanados en el subdesarrollo, porque a nuestos honorables no les da la voluntad para legislar como corresponde.
Continuamos el recorrido viendo a un sector público compuesto en su mayoría -no quiero cometer una falacia de generalización- por flojos que sólo van a calentar el asiento, blandiendo una burocracia desesperante que sacaría de casillas hasta al más paciente. Y, todavía más, muchos están apernados allí sólo por ser amigo de, familiar de o conocido de. ¿Puedo vomitar de una vez?
Gracias. Ya me siento mejor. Sigamos.
Y para terminar nuestro tour por el calabozo de la ingenuidad, tenemos al que ha sido causante de todo esto: el homo ingenuus. Sí, el mismo pueblo que escucha embobado los cantos de sirena saturados de populismo, pero que ignoran la intención mucho más perversa que se oculta detrás. Son tan ingenuos, que marcan la papeleta una y mil veces, como robots programados para ello, sin saber que, con una simple raya o un botón en el tablero, están dando un paso más hacia el tanque de pirañas.
¿Y cómo va a estar el tiempo para mañana? Irrespirable sería mi pronóstico más acertado.
(*) Rodrigo Lema González es un estudiante de Periodismo que promete ser una pluma afilada como un estilete.