lunes, agosto 31, 2009

Cadáver Ambulante.

Cadáver Ambulante,
por Rodrigo Lema González.
La salud es uno de los pilares fundamentales del bienestar humano. Su estado condiciona nuestro desempeño en todas las actividades cotidianas. Al mismo tiempo, de la mano de disciplinas como el deporte o la medicina, se convierte en un estilo de vida, un recurso que alimenta nuestro desarrollo social y personal, y que nos ayuda a enfrentar el mundo con una óptica positiva.

Sin embargo, para un grupo importante de chilenos, ese recurso está seriamente amenazado.

Es de conocimiento común que el sistema de salud público -en el que se atiende el 70% de la población- ofrece un servicio pésimo, y en algunos casos, casi infrahumano. Atenciones marcadas por esperas larguísimas, trato brusco del personal hacia los pacientes. errores en las intervenciones... En resumen, una desidia monumental, que, combinada con la negligencia que caracteriza a los servicios estatales, convierten al aparato en una bomba de tiempo, en un cadáver ambulante que arrasa todo.

Ejemplos de esto podemos encontrar por todas partes. He aquí unos pocos:
  • Las más de treinta negligencias por las que el tristemente célebre Hospital de Talca ha hecho noticia y que han recibido condena de toda la opinión pública.
  • Las "cesáreas de la muerte" en el Hospital Félix Bulnes.
  • La no notificación a pacientes con SIDA en varios puntos del país, (principalmente en el norte) que posteriormente causó el fallecimiento de dos de ellos.
  • El reciente desastre higiénico descubierto en los almacenes de la Cenabast, donde no sólo se encontraron inventarios mal catalogados, sino que también contaminados con heces de roedores.
¿Qué clase de inepto permitió que se llegara a esto? Con la salud no se juega. Es algo demasiado delicado para dejarlo en el limbo y luego desentenderse. Eso no sólo es cruel, sino también antiético. Cobrar un sueldo no da derecho a tratar a los pacientes como si fuesen piltrafas. Clara violación del Juramento de Hipócrates, que en su punto número siete, estipula lo siguente (las negritas son mías):
A cualesquier casa que entre, iré por el beneficio de los enfermos, absteniéndome de todo error voluntario y corrupción, y de lascivia con las mujeres u hombres libres o esclavos.
Lo que se reafirma en el noveno y último punto:
Ahora, si cumplo este juramento y no lo quebranto, que los frutos de la vida y el arte sean míos, que sea siempre honrado por todos los hombres y que lo contrario me ocurra si lo quebranto y soy perjuro.

Y, en una expresión que ya roza el cinismo, nuestras autoridades se atienden en el sistema privado. Sí, ese mismo que tanto dicen odiar por "excluyente", "clasista" y de "estar coludidos con las Isapres para estafar a la población".

Ante esto, sólo se ve una solución al problema: obligar a las autoridades a atenderse exclusivamente en el sistema público durante sus mandatos. Ya veremos si les quedan ganas de dejar las cosas como están.

EMPELOTANDO A LAGOS