Se acercan las elecciones y con ello se pone en movimiento todo el aparato, con los correspondientes medios, estatal con miras a convencer al ciudadano de las capacidades de sus administradores y pedir nuevamente, a los ingenuos, que confíen en ellos, dándoles su voto.
Por eso vemos un intenso movimiento de pavimentación de calles y veredas, la aparición de más microbuses, parlamentarios haciendo declaraciones más bruscas, partidos políticos presentando caras sonrientes y a nuestra Presidente interesándose en los problemas de la ciudadanía.
No hacer las cosas no es un problema de recursos, es un problema de capacidades y de comprensión de las necesidades, aunque, a la hora de defender los privilegios y la pega les demuestran una imaginación insospechada, comenzando a tirar la casa por la ventana y a ofrecer de todo.
Solemos reclamar por la calidad de nuestros políticos, es decir de nuestros representantes, pero no discriminamos mucho al momento de elegirlos, votando por ellos con motivaciones infantiles como la simpatía, la belleza, la manera de prometer o la amenaza de ser defensores de nuestros derechos.
Para algunos tiene una vital importancia ver a que coalición pertenecen o en que partido militan, dejando de considerar factores importantes como la preparación, conocimiento, capacidades, disposición, capacidad de comprensión y por sobre todo el verdadero espiritu de Servicio.
No votemos de cualesquier manera, con eso solo desvalorizamos una pertenencia que debiera ser importante, nuestro derecho a elegir, a la vez que dilapidamos nuestra porción de soberanía popular, para entregárselas a gente que posiblemente no se lo merece o a otros que seguramente nos defraudarán.
El voto es el arma que nos concede la democracia para procurarnos buenas administraciones y lograr buenos gobiernos, si no los conseguimos es porque hemos malgastado la munición, eligiendo a demagogos e incapaces.
Por eso vemos un intenso movimiento de pavimentación de calles y veredas, la aparición de más microbuses, parlamentarios haciendo declaraciones más bruscas, partidos políticos presentando caras sonrientes y a nuestra Presidente interesándose en los problemas de la ciudadanía.
No hacer las cosas no es un problema de recursos, es un problema de capacidades y de comprensión de las necesidades, aunque, a la hora de defender los privilegios y la pega les demuestran una imaginación insospechada, comenzando a tirar la casa por la ventana y a ofrecer de todo.
Solemos reclamar por la calidad de nuestros políticos, es decir de nuestros representantes, pero no discriminamos mucho al momento de elegirlos, votando por ellos con motivaciones infantiles como la simpatía, la belleza, la manera de prometer o la amenaza de ser defensores de nuestros derechos.
Para algunos tiene una vital importancia ver a que coalición pertenecen o en que partido militan, dejando de considerar factores importantes como la preparación, conocimiento, capacidades, disposición, capacidad de comprensión y por sobre todo el verdadero espiritu de Servicio.
No votemos de cualesquier manera, con eso solo desvalorizamos una pertenencia que debiera ser importante, nuestro derecho a elegir, a la vez que dilapidamos nuestra porción de soberanía popular, para entregárselas a gente que posiblemente no se lo merece o a otros que seguramente nos defraudarán.
El voto es el arma que nos concede la democracia para procurarnos buenas administraciones y lograr buenos gobiernos, si no los conseguimos es porque hemos malgastado la munición, eligiendo a demagogos e incapaces.