Viva la Reina, muera el mal Gobierno,
por Gonzalo Rojas Sánchez.
La
Presidente ha estado en África. Como buena soberana, cuando se le ha hecho una
pregunta complicada, se ha tomado 24 segundos de silencio antes de responder
una serie de vaguedades.
En los
próximos meses, la Presidente visitará tres continentes. Es la Jefe de Estado,
la Reina. El diseño que la ha colocado en ese Olimpo es de todos conocido, pero
no ha sido completamente entendido por sus contradictores. Algunos creen que la
pueden enfrentar directamente y ser eficaces, pero olvidan que los monarcas son
políticamente irresponsables. Hay leyes humanas anteriores a las leyes de la
política, y entre ellas está la simpatía como activo superior a la eficiencia.
Por lo
tanto, viva la Reina, viva este segundo intento Parlamentarista en la historia
de Chile, empeño que coloca a la Presidente más allá del bien y del mal. Ella,
la Jefa de Estado, parece invulnerable.
Pero hay
leyes de la política que importan más que las leyes humanas, sobre todo cuando
las realidades del día a día son casi todas antipáticas. Y justamente por eso,
la Presidente no entra a la cancha. Le gusta afirmar que el campo de juego es
disparejo, pero nunca ha pisado el verde césped. Es terreno peligroso. Para eso
están sus Ministros: La Reina, se supone, tiene Gobierno.
Edgardo
Boeninger, escribiendo sobre el equipo de Aylwin, afirmó: "No estaba nada
claro que fuera capaz de asumir exitosamente su doble cambio de rol, desde la
oposición al ejercicio del poder político, y de eficaz bloque electoral a
coherente y disciplinado aparato de administración del Estado". Si el
grupo de funcionarios de la Concertación del 90 lo logró o no, es discutible.
Pero no cabe duda de que esa posibilidad no se ha dado en el actual equipo del Gobierno
Bachelet.
Interior
discrimina arbitrariamente entre acciones idénticas: estima que unas son
terroristas porque afectan a los santiaguinos, que son muchos votos, y que las
otras son solo manifestación de conflictos sociales, porque se dan en La
Araucanía, Región que implica muchos menos sufragios.
Hacienda
pretende alterar uno de los principios elementales del dinamismo económico:
solo se puede recaudar más si hay crecimiento. Pero aunque el Imacec se hunde,
dele con la intención de apretar con más impuestos.
Educación
empuja con cada declaración y con cada gesto la convicción más extraña:
mejoraremos la calidad logrando que los que educan bien desaparezcan. Señal
clara de haber sido mal educados.
Salud ha
olvidado a los enfermos. Parece que lo importante es definir si un sistema
socialista y excluyente es mejor que un sistema de libertades. Definir,
definir. Mientras tanto, faltan camas y sobran enfermos.
Cultura
es el reino de la ideología. Lo prioritario es conformar equipos que sean
confiables, o sea, alineados con un proyecto hegemónico. Pero más del 80% de
los chilenos no lee ni un libro al año, y el mismo porcentaje confunde a Suecia
con Suiza.
Las Secretarías
de Gobierno y de la Presidencia -cuando no chocan entre sí- vagan en la
ambigüedad: dicen lo que no pasa.
Y de los
otros Ministerios, ¿qué sabemos? ¿Cómo lo están haciendo?
Las
encuestas han comenzado a afectar a la Presidente: como no preguntan por su
simpatía, se nota la baja. Dicen los entendidos que la Reina ha reaccionado y
que se está involucrando más. Ha juntado a sus Ministros para indicarles
prioridades y énfasis. Vaya audacia: estaría pisando la cancha.
La
oposición podría entonces tener la tentación de enfrentarla cara a cara. No,
no. Ella es políticamente irresponsable, que no se olvide.
Quizás
sea la misma Reina la que reconozca al mal Gobierno y lo cambie. Si lo hace
ella misma, ¿por qué no darle la razón?