"Ahí está la respuesta a todas nuestras
interrogantes: Nicolás cree que no puede ser Presidente de la República quien
no cuente con la venia del mayor poder fáctico que existe hoy día en Chile, el
movimiento estudiantil."
¿Qué te pasó,
Nicolás?,
por Luis Larraín.
¿Es posible que una persona inteligente y
talentosa, que ha demostrado en la gestión pública competencias técnicas
reconocidas transversalmente, cambie de la noche a la mañana su discurso, el
método científico por la consigna y la búsqueda de la excelencia por la
inflamación retórica?
Sí, es posible. Nicolás Eyzaguirre lo ha hecho.
¿Porque de qué otra manera puede comprenderse
el que el Ministro de Hacienda de Ricardo Lagos, aquel que ideó el crédito con
aval del Estado para financiar la educación superior, diga que la educación no
puede estar regida por "reglas mercantiles"?
¿Cómo es posible que quien instauró la regla Fiscal,
alabada por todos los sectores políticos y reconocida internacionalmente por la
estabilidad que le confería a las finanzas públicas chilenas, presente ahora
reformas a la educación que no tienen fundamento y no provocarán mejorías en la
calidad de la enseñanza, según el decir de los técnicos más reconocidos de su
propio sector, como José Joaquín Brunner, Mariana Aylwin, Sergio Bitar o José
Pablo Arellano? ¿Por qué tan poca deferencia con los especialistas, al punto
que su reforma debe defenderse con proclamas como la de que "pasan los
estudiantes libres por las anchas alamedas" o que la reforma es "un
grito libertario por una educación no mercantilizada"?
¿Es consecuente con alguien que estudió en la
Universidad de Harvard la consigna de una "educación superior universal,
pública, gratuita y de calidad", una definición tan parecida al concepto
que nuestros profesores de matemáticas nos enseñaron como conjunto vacío?
¿Puede un Ministro de Estado afirmar
impunemente que "es una falacia cuando se dice que los padres eligen los
colegios particulares subvencionados" si en 1980 eran solo el 15% de la
matrícula frente al 78% de Municipales, en 1990 subieron a 32% contra 58% de
los Municipales y el 2013 eran el 54% contra el 38% de los Municipales? ¿O lo
que el Ministro quiere decirnos realmente es que los padres de esos más de 3
millones y medio de niños que eligieron la educación particular subvencionada
no saben hacer uso de su libertad de elegir?
Bueno, ¿significa todo esto que Nicolás, como
Saulo de Tarso, ha caído al suelo cegado por una luz de gran resplandor y ha
escuchado entonces una voz divina que le ha instado a seguirlo en lugar de
perseguirlo? O pareciera, más bien, que, como Clodoveo, rey de los francos, ha
obedecido la voz del Obispo que lo convirtió al cristianismo católico con las
palabras "¡Dobla la cerviz fiero sicambro! ¡Quema lo que has adorado y
adora lo que has quemado!".
La digresión histórica es importante, porque la
conversión de Saulo nos sitúa en una ética de las convicciones; mientras que la
de Clodoveo sigue más bien la lógica de las conveniencias, pues era muy
funcional a su ambición de extender el Imperio.
La única explicación que se me ocurre a este
repentino cambio de Nicolás Eyzaguirre es que él esté avizorando que puede
jugar en ligas mayores.
En la parte final de su entrevista en un
semanario, de donde viene la mayoría de estas linduras, así como otras tales como
"el baile de los que sobran", el Ministro Eyzaguirre desliza una
pista. Consultado de por qué si el eje de las reformas educacionales es
fortalecer la educación pública él no ha comenzado con proyectos de Ley que se
refieran a las escuelas Municipales, ha respondido: "Porque nos habrían
acusado de sacarle el bulto al tema del lucro".
Ahí está la respuesta a todas nuestras
interrogantes: Nicolás cree que no puede ser Presidente de la República quien
no cuente con la venia del mayor poder fáctico que existe hoy día en Chile, el
movimiento estudiantil.