martes, octubre 26, 2010

La perplejidad de la Concertación y el estilo Piñera, por Eugenio Guzmán.


La perplejidad de la Concertación y el estilo Piñera,

por Eugenio Guzmán(*).


Una de las paradojas más frecuentes en política, en los últimos años en el mundo, ha consistido en que las coaliciones ganadoras terminan haciendo lo que sus contrincantes habían intentado hacer o hicieron mientras fueron gobierno. Sucedió en materia económica con la llegada al poder de la Concertación: si bien en muchos aspectos no se siguió profundizando el modelo, tampoco hubo cambios radicales e incluso hasta se llevó a cabo privatizaciones. En América Latina el caso o sorpresa más reciente en este sentido lo vimos en Brasil con la llegada de Lula al gobierno.



Si bien de Sebastián Piñera no se puede decir exactamente que esté haciendo lo mismo que sus adversarios, algunas semejanzas se observan. En efecto, conforme transcurre el tiempo, las distintas medidas tomadas por el Ejecutivo han ido cerrando los espacios de acción para el conglomerado de oposición. Por lo pronto, sus decisiones en materia de impuestos, presupuesto, en el manejo del tema de los mineros (donde en ningún momento se defendió a los dueños) así lo reflejan, teniendo como resultado una Concertación perpleja, cuyos problemas se agudizan debido a su carencia de liderazgos.



Pero donde el fenómeno se muestra con mayor claridad es en estos días con la idea de tomar la iniciativa en materia laboral. En buenas cuentas, Piñera quiere abordar precisamente aquellos aspectos que la propia oposición quería tratar, a saber, los asuntos de seguridad surgidos a raíz del tema de los 33. De este modo, no deja mucho espacio para discursos sesenteros, como los que quiere impulsar Osvaldo Andrade, cuya base conceptual se basaba en un mundo completamente distinto al actual, caracterizado por otro tipo de oficios, otra composición productiva, otros niveles de calificación de la masa laboral y, lo que es más importante aún, con otras aspiraciones, distintas de la realidad actual y del deseo de no quedar al margen del progreso y los beneficios de la sociedad de consumo.



Pero, ¿qué se encuentra detrás de todo esto? Hay muchas explicaciones, siendo una de ellas el estilo asumido por Piñera: su forma de aproximarse y abordar los problemas y desafíos que se le presentan. En buenas cuentas, Piñera optó por el modelo UDI popular, es decir, una fórmula en que lo que importa es una suerte de contacto o conexión permanente con el hombre «de a pie», que contrasta con los estilos más alambicados y formales. Esto ciertamente descoloca no sólo a sus opositores, puesto que los lleva a escenarios impensados, sino que también a sus principales colaboradores e incluso a los miembros de su partido. Difícilmente, hubiésemos imaginado que las personalidades más conspicuas de su sector hubiesen recomendado fórmulas en este estilo. Pocos esperarían que el presidente de su partido recomendara algo así, o que algunos de los ministros RN, particularmente los más formales, le sugirieran llevar como regalo piedras de la mina San José.



A ello se agrega una suerte de estar en permanente campaña, lo que a su vez tiene una serie de ventajas, por lo pronto en términos de popularidad.



¿Cuáles son los riesgos? No se encuentran tanto en el estilo mismo —después de todo, éste se ha impuesto porque ha sido exitoso para la propia UDI—, sino en los costos de sobrepasar ciertos límites que la opinión pública puede considerar exagerados. Dicho en otros términos, una cosa es llevar el pulso del país y seguir su ritmo, y otra muy distinta es pasarse en revoluciones. Se trata de una difícil tarea, que consiste en adquirir una sintonía muy cuidadosa, una especie de motricidad fina, para un ensamblaje complejo (dicho sea de paso, las mujeres la tienen más desarrollada que los hombres) y que no consiste en otra cosa que seguir el sentido común y los ritmos de los otros, de lo que piensan, y de ponerse en su lugar. Luego, el desafío de Piñera es ahora lograr este propósito, el cual resulta más difícil a medida que pasa el tiempo.



(*) Eugenio Guzmán es el Decano Facultad de Gobierno-UDD.

EMPELOTANDO A LAGOS