miércoles, septiembre 01, 2010

El liderazgo que necesitamos, por Felipe Cubillos.

El liderazgo que necesitamos,

por Felipe Cubillos.

Y pensar que creíamos que no teníamos demasiado que mostrar y celebrar para nuestro Bicentenario. Es que la sociedad actual y la forma como vivimos nos hacen buscar en la superficie y en lo intrascendente, cuando lo verdaderamente importante está en lo más profundo, en las entrañas de nuestro ser, en el corazón de la montaña.


Comienza el año del Bicentenario con un terremoto y maremoto en que miles de murallas se caen y nos muestran una sociedad mucho más pobre que lo que pensábamos y también mucho más desigual. Ahora, a tan sólo pocos días de nuestra gran celebración, y buscando qué obra humana inaugurar, treinta y dos heroicos chilenos y un boliviano nos muestran la esencia de lo que somos: una nación sufrida, pero que no se vence y que no renuncia.


Hay tantas lecciones, tantas enseñanzas en el campamento Esperanza, que ojalá nos iluminen para los próximos 100 años de vida libre e independiente.


A los que están todavía bajo la tierra y sus familias, un homenaje a la valentía, a la voluntad de vivir, a la capacidad de soñar en los imposibles; un homenaje sentido y profundo a nuestros grandes héroes del Bicentenario. ¡Qué lección de sobrevivencia y valentía nos han dado!


A los que están en la superficie, un homenaje al liderazgo; en una sociedad consumida por las encuestas, el éxito fácil, la farándula, los resultados inmediatos, surge un liderazgo potente. Tiendo a pensar que el ministro Golborne debe de haber recibido enormes presiones para que no se involucrara tanto en una causa que se veía muy perdida y que podía acarrearle graves perjuicios políticos, tanto a él cómo al Gobierno, sobre todo involucrándolo en un problema que no había creado. Pero decidió lo correcto, aguantó la presión e hizo lo que había que hacer. Valía la pena arriesgarlo todo por salvar a esos 33 seres humanos.


Quizás lo que nos dejarán este Bicentenario y el campamento Esperanza es que son los liderazgos potentes los que pueden cambiar el destino de una nación. Ahora nuestra clase política, del color que sea, tiene una lección que seguir y tenemos tanto que hacer.


Posiblemente, reinventar al Estado chileno para que resuelva en forma eficiente los problemas que aquejan a los más humildes no recibirá aplausos inmediatos en las encuestas y las autoridades se verán sometidas a fuertes presiones, pero la Esperanza es el camino.


Reinventar la educación de Chile, quizás el principal problema que aqueja a nuestra sociedad, también será una obra titánica y no veremos resultados inmediatos en las encuestas, y por lo mismo las presiones serán enormes, pero, de nuevo, la Esperanza es el camino.


Vale la pena arriesgarlo todo por los más humildes de este país; vale la pena arriesgarlo todo por los niños de Chile.


Cuidar el medio ambiente e implementar una política energética sensata que propenda al desarrollo tampoco será un camino fácil y quizás estará plagado de presiones, pero, una vez más, la Esperanza es el camino.


Ha llegado el Bicentenario, ha llegado el tiempo del Heroísmo, ha llegado el tiempo del Liderazgo que nos lleve al desarrollo.

EMPELOTANDO A LAGOS