viernes, abril 09, 2010

¿Está llegando el cambio tan esperado?, por Juan Carlos Altamirano.


¿Está llegando el cambio tan esperado?,

por Juan Carlos Altamirano.

Hace más de 20 años, la centroizquierda chilena asumió con mucho éxito el modelo neoliberal para impulsar el desarrollo económico. Por cierto, para muchos fue una decisión terrible el asumir algo que contradecía la ortodoxia estatista/marxista. Pues bien, ahora, bajo un gobierno de derecha, viviremos eventualmente el derrumbe de uno de los pilares del dogmatismo neoliberal: por ningún motivo subir los impuestos.

Tiempo atrás presenciamos a nivel mundial el desmoronamiento de otro dogma: la no intervención del Estado en el funcionamiento del mercado. A partir de 2008, el fisco norteamericano tuvo que salir al rescate de Bearn Stearns, de la industria automotriz, de Fannie Mae, de Freddie Mac y del conjunto de Wall Street. Uno de los gurúes de la doctrina de libre mercado era el secretario del Tesoro, Henry Paulson. De la noche a la mañana, este reconocido propulsor del capitalismo salvaje se transformó en el hombre que estatizó la economía más grande el mundo. Para él, pasar de la fe ciega en la desregulación de los mercados, a depositar toda su confianza en la capacidad del Estado para salvar la economía, fue una decisión terrible, que literalmente le produjo arcadas. El conflicto interno fue tal, que hasta el último minuto trataron de ser consecuentes con la ortodoxia, negándose a inyectar fondos del gobierno para rescatar del hundimiento a Lehman Brothers. Este último acto de dogmatismo tuvo sin embargo un efecto devastador, pues se le achaca a la quiebra de este banco de inversiones haber convertido la crisis financiera en una catástrofe económica global.

La verdad es que el dogmatismo ha tenido efectos catastróficos en la historia. Están, por ejemplo, las consecuencias nefastas que dejaron en la humanidad los dogmas nazis, y los efectos desastrosos que tuvo la aplicación de los dogmas marxista-leninistas en los países comunistas. Hoy podemos presenciar la tragedia que vive Cuba por el dogmatismo del los hermanos Castro. También podemos ver cómo, en Medio Oriente y otros países del Asia, miles de personas mueren anualmente por las guerras y el terrorismo provocados por el dogmatismo de grupos religiosos y naciones fundamentalistas.

El dogmatismo es el gran culpable de la intolerancia y del odio, pero además es un freno permanente al desarrollo y la innovación. Siempre están esos personajes oscuros que impiden los cambios. Es común que ellos rechacen las nuevas propuestas por miedo al cambio y por mezquindad, pues les gustaría estar en el lugar del innovador y del emprendedor; sin embargo, por su forma de juzgar y de pensar en forma esquemática, presumiendo que sus aseveraciones son verdades incuestionables, terminan siempre asumiendo la posición del burócrata resentido, cuya frase predilecta es «no se puede».

Al contrario, la ciencia, la tecnología, la medicina, el arte están siempre avanzando a pasos agigantados, pues no hay cabida para los dogmatismos. Cada innovación implica precisamente romper un dogma, ser flexibles con las reglas y cambiar una creencia establecida. Me pregunto entonces: ¿por qué algunos políticos, economistas, académicos —de derecha, centro e izquierda— continúan aferrándose en forma dogmática a doctrinas y modelos que la realidad supera ampliamente? ¿Por qué no bajar los impuestos cuando es posible hacerlo, y subirlos cuando es necesario? ¿Por qué no reconocer que en algunos aspectos es fundamental la regulación y la intervención del Estado, y en otras instancias es perjudicial? ¿Por qué no admitir que en muchos aspectos el Estado es eficiente y en otros no? ¿Por qué no entender que la iniciativa individual, el lucro y la actividad empresarial son también un motor fundamental para generar desarrollo? ¿Por qué, si la Concertación fue capaz de adoptar del modelo neoliberal los aspectos que permitieron un crecimiento con mayor equidad, el gobierno actual no puede abandonar ningún dogma de su doctrina?

Sería un paso adelante en la transformación que necesita la política y la economía en Chile, si el gobierno de Piñera tiene la valentía de subir los impuestos a las grandes empresas. Si los países desarrollados abandonaron varios dogmas del libre mercado para salvar al mundo de caer en una crisis apocalíptica, con mayor razón el gobierno debiera romper con los dogmas relacionados con los impuestos, con el objeto de que el país pueda levantarse con mayor rapidez y eficiencia. Si esto ocurre, el cambio estará llegando por el lado menos esperado.


EMPELOTANDO A LAGOS