martes, enero 26, 2010

Concertación II o 2.0: no da lo mismo, por Gonzalo Müller.


Concertación II o 2.0: no da lo mismo, por Gonzalo Müller.


Es poco el tiempo que ha pasado desde la segunda vuelta presidencial —poco más de una semana desde que se impuso Sebastián Piñera— como para esperar que el oficialismo haya asimilado un golpe tan duro: ya no son mayoría en Chile.

Pero es justamente en asimilar este simple concepto —la Concertación es minoría— donde esa coalición se juega en gran medida las posibilidades de volver a ser gobierno. Hoy es tiempo de entender correctamente la derrota, de buscar sus causas verdaderas, y no sólo las aparentes, porque sólo así se podría esperar que las correcciones o mejoras tengan un real efecto.

Este es el desafío de una generación de políticos que creció en el poder, que desfiló por los más variados puestos del servicio público haciendo su carrera, en la administración de una mayoría política y electoral que ellos no forjaron, sino más bien heredaron. Es así que los Lagos Weber, Tohás, Orregos eran los rostros más golpeados esa noche de domingo, no sólo por la derrota —que sin duda es dolorosa en sí—, sino porque la misma los encontró a las puertas de asumir el protagonismo de la Concertación, de tomar las riendas, como lo hicieron en la segunda vuelta. Eso es lo que ha quedado en duda ahora que la coalición de gobierno entra en estado de revisión de sus liderazgos y programas.

Para la Concertación, tras la derrota, aparecen dos grandes caminos a seguir. El primero es el de la continuidad, el del rescate de lo que se hizo, el de aquellos que piensan que lo que debe primar es recuperar lo más rápidamente el gobierno y la mayoría electoral. Para eso plantean iniciar una operación retorno de todos aquellos personajes que fueron dejando la Concertación y así poder reconstruir esa mayoría que gobernó Chile los últimos 20 años. De este grupo no se esperan grandes cambios ni renovaciones; su explicación de la derrota es coyuntural: un candidato con bajo desempeño, una mala campaña de primera vuelta y las divisiones internas. El sentimiento sería de que esos errores propios habrían obligado a una parte de su electorado tradicional a votar por Sebastián Piñera, y que bastaría recomponer el orden, una Concertación II, para recuperar el terreno perdido.

El segundo camino, sin duda, es más largo. Requiere del protagonismo de las nuevas generaciones, de una renovación profunda de los elencos y, sobre todo, de un cambio en la forma de hacer política, desarrollando una que esté en sintonía con los tiempos y con las necesidades de los electores, capaz de escuchar y recibir esas preocupaciones sin pasarlas por filtros ideológicos. Para esto se necesita un proceso que no es fácil, que es el de jubilar a una parte de la actual dirigencia, recuperar una flexibilidad en el discurso que implica que no se tiene la respuesta correcta en todos los temas y estar atento a que la política del futuro pasa mucho más por saber escuchar: los ciudadanos tienen mucho que decir y no esperan sólo respuestas, sino participar de las decisiones. En resumen, entender que la única forma de volver a ser gobierno es reconociendo que se es minoría, dejar de lado el discurso ideológico de izquierdas y derechas, y abrirse a nuevos temas, muchos de los cuales están hoy en manos de la Coalición por el Cambio. Se trata de la capacidad de borrar fronteras, de no tener miedo a cambiar de posición en algunos temas, de ser capaces de llegar a acuerdos y dar gobernabilidad para poder sumar nuevos electores. Así, una Concertación 2.0 sí sería capaz de tener una oferta de futuro competitiva.

Dura tarea le espera a esta nueva generación de líderes de la Concertación. Primero, porque deberán demostrar su capacidad para ocupar la primera línea de sus partidos, pero no por acuerdos sino por su capacidad electoral interna. De lograrlo, deberán implementar grandes e importantes cambios en la forma de hacer política, en la cultura tradicional de la Concertación, y los tendrán que hacer desde la oposición, lo que siempre es más difícil.



EMPELOTANDO A LAGOS