lunes, mayo 11, 2009

El lema democrático es no votar bajo las órdenes de un partido consagrado a la destrucción del pluralismo constitucional.



Elecciones legislativas

La ley se sobrepone a todo

interés o voluntad particular


El lema democrático es no votar bajo las órdenes de un partido consagrado a la destrucción del pluralismo constitucional.


por Nélida Rebollo de Montes (*)

(columnista de Radio La Red en su Revista Plural)


La palabra combativa y civilizada se impuso en la campaña para las elecciones legislativas del 28 de junio próximo contra la pesadilla que se vive en nuestro país con la brutalidad de los crímenes y asaltos que a diario se suceden sin dar pausa al horror que siembra la delincuencia.


Los familiares de las víctimas, amigos, vecinos y comunidad claman día tras día sin que el gobierno dé señales de gran preocupación por la seguridad de la gente.


El espanto y la consternación, nos hace permanecer en una vigilia crítica constante con la esperanza que esto cambie y se produzca el retroceso de la barbarie. La ilusión de los ciudadanos está puesta en un cambio en el que se asuma una gran responsabilidad ética y tiende también a rechazar la actitud gubernamental de continuar sumando advenedizos al utilizar demagógicamente los sindicalistas como fuerzas políticas organizadas al mejor estilo de los regímenes totalitarios.


La vocación de tiranos contemporáneos en adular a la gente para asegurarse el apoyo de la masa popular y de la clase obrera, trae al recuerdo las enseñanzas de Aristóteles quien observó en su tiempo tiranías demagógicas que afirmaban su poder en el apoyo popular.


La historia también nos recuerda que en nuestro país la segunda tiranía dominó la organización sindical argentina recompensándola con privilegios, entre los que figuraban premios con honores y riquezas cuantiosas mientras se perseguía con crueldad a los que se opusieran al gobierno.


En el presente resulta detestable que no se respete el Derecho, ni la Constitución ni las leyes. En los tiempos que corren es una ironía decir que el Poder Judicial es “guardián de la Constitución”. Antes, los jueces estaban obligados a aplicar la Constitución pero también autorizados a negar que la violaran ni siquiera bajo presiones.


En las elecciones legislativas del 28 de junio próximo se renuevan diputados en todas las provincias que representan proporcionalmente al pueblo de la Nación; y, senadores en algunas provincias.


La esperanza se mantiene expectable para que no haya jueces venales ni obsecuentes, pues es fundamental que la judicatura sea incorruptible. En una democracia republicana no debe haber abusos del poder ni coacción ni fraude electoral; tampoco inseguridad, desconocimiento del derecho de propiedad; confiscaciones encubiertas; enriquecimiento ilícito de funcionarios y allegados al poder; impunidad; negación para que el ciudadano ejerza los derechos que le pertenecen bajo la protección social que emana de la ley.


Las próximas elecciones legislativas son decisivas ya que parten de una Cámara de opinión como es la de Diputados donde se produce movimientos de cambio y transformación en la sociedad. Además la Cámara de Diputados es fiscal de la responsabilidad política del gobierno y el Senado es el asesor del Ejecutivo en la designación de los jueces, embajadores y jefes militares. En una palabra es el control de los otros poderes a través del juicio político.


Sólo pensar que en un gobierno constitucional el Congreso ha estado paralizado en nuestro país durante tanto tiempo no obstante ser el depositario de la soberanía popular, mueve a la reprobación de tan insólita determinación de silenciar lo fundamental en una democracia republicana. Felizmente el Congreso, por fin volvió a reiniciar su esencial función.


Donde el Poder Judicial es independiente no existe un gobierno totalitario que pretenda convencer que el Estado es superior al individuo, a la familia y a la sociedad; que el que gobierna es un personaje cuyas decisiones no pueden ser discutidas; que la fuerza es la ley que gobierna el orden social. El gobierno totalitario hace creer que la obediencia al gobierno es absoluta y para ello se ampara en un monstruoso aparato propagandístico.


El voto de las elecciones legislativas debe demandar a los elegidos justicia; endurecimiento de las penas que se apliquen a los que siembran el horror; terminación de la impunidad y un No al desamparo de las víctimas. El voto debe reclamar la responsabilidad a candidatos para que los conduzca al alumbramiento de la verdad dando luz a las capacidades; despertando a la vez posibilidades sin imponer dogmas; ampliando el horizonte intelectual y enseñando con el ejemplo que la libertad no se recibe como un don natural sino que se debe conquistar.


El pueblo argentino quiere legisladores que liberen de la pesadilla del automatismo mecánico y de la inercia; quiere vivir en dignidad custodiada por una personalidad consciente, libre y dueña de su destino.


La Argentina necesita de ciudadanos probos que rechacen la ley del declive y que no sean indiferentes de la realidad, pues son parte de la comunidad nacional con responsabilidad también para que la educación sea una resonancia de los valores de la nacionalidad y de la cultura.


Recordemos entonces que el voto debe decidir problemas importantes para los intereses de la Nación y que los comicios electorales destinados a la designación de funcionarios representativos de la voluntad popular no deben estar bajo sospecha.


(*) Nélida Rebollo de Montes, es una laureada Profesora y periodista argentina

EMPELOTANDO A LAGOS