lunes, marzo 24, 2008

No hay lugar para personalismos

No hay lugar para personalismos
Raúl Torrealba


Quienes ostentan o han ostentado un liderazgo político de envergadura en la Alianza por Chile, se deben, antes que a ellos mismos, a quienes les han depositado su confianza y dado su apoyo, en algunas ocasiones, incluso con fervor y gran devoción política. Mi amigo Joaquín Lavín, qué duda cabe, es de aquellos líderes. Sin embargo, el capital político que carga sobre sus hombros, si bien se debe a su impronta y características personales, también se debe a la alianza política de la que forma parte.

Desde el bacheletismo-aliancista hasta sus últimas declaraciones en contra de la acusación constitucional a la ministra Provoste, éstas distan mucho del camino trazado por la centroderecha. En efecto, pareciera que su actuación política pretende posicionarse con una excesiva independencia que no resulta conveniente. Su posición puede ser, aunque discutible, legítima, mas no lo es su estrategia, que sólo ha rendido dividendos a la coalición gobernante. Lavín sabe, o debe saber, el impacto que sus opiniones han de generar en el ambiente político, fortaleciendo por una parte a la Concertación, y debilitando o, al menos, generando confusión en la opinión pública respecto del actuar de la Alianza por Chile.

El apoyo de Joaquín a la ministra de Educación, exigía, en forma previa, una mayor consideración hacia quienes han trabajado de modo serio en un postulado jurídico que compete, finalmente, al Senado de la República dilucidar su procedencia o rechazo. En definitiva, le ha faltado prudencia para dejar respetuosamente que las instituciones llamadas a actuar por el ordenamiento constitucional funcionen y se pronuncien en una materia tan delicada.

La unidad y trabajo mancomunado de la centroderecha no han estado exentos de dificultades y desencuentros. Bien lo sabe nuestro electorado. Proteger nuestra coalición y estrategia común es una tarea de todos, labor que han logrado desarrollar con éxito quienes hoy conducen a los partidos de oposición. Nadie puede ni debe apartar a la Alianza de ese fin. Ello corre obviamente para todos los que hoy ejercemos una responsabilidad pública y política. Como se ve, nuestra responsabilidad es mayúscula y superior a cualquier interés o sentimiento personal que pueda afectar el trabajo coordinado de la Alianza, la que, hoy por hoy, debe extender su acción hacia quienes actualmente no se sienten interpretados por la Concertación.

El estado actual de quienes hoy dirigen los destinos de Chile no permite en la oposición caminos propios o gustitos personales. Muy por el contrario, exige disciplina, espíritu de cuerpo y, ante todo, demostrar al país que somos una coalición capaz de ser una alternativa de gobierno organizada, responsable y coherente para enfrentar los grandes desafíos que la ciudadanía demanda.


EMPELOTANDO A LAGOS