El régimen de Chávez, una interpelación ética al socialismo chileno,
por Rodrigo Ahumada Durán (*).
La ausencia de un genuino estado de derecho, sumado a la violación sistemática de los derechos humanos de quienes manifiestan su oposición al régimen "autoritario" del Teniente Coronel Hugo Chávez, han colocado al socialismo chileno ante una ineludible encrucijada: ¿La democracia posee un valor per se o solamente ella es legítima cuando los que ejercen el poder pertenecen al mundo político de izquierda? En síntesis, la democracia y los derechos humanos son solamente para algunos o forman parte del patrimonio universal de la humanidad. Ya no resulta sostenible ante la opinión pública y los organismos internacionales que promueven y defienden los derechos humanos, afirmar que cualquier crítica al régimen de Hugo Chávez representa un "pecado capital" para alguien que pertenece a la centro-izquierda chilena por cuanto se trata de un gobierno que representa al "pueblo" y que accedió al poder por una vía electoral legítima ¿Solamente eso es suficiente para calificar a un régimen político de democrático? Aceptar esta premisa como verdadera implicaría reconocer de hecho que todo gobierno elegido legítimamente se puede arrogar a sí mismo la potestad de abolir el estado de derecho y violar sistemáticamente los derechos humanos poniendo fin al orden democrático.
No olvidemos que en la misma Declaración de Principios del Partido Socialista de Chile (1990), se sostiene como tesis fundamental lo siguiente: "El socialismo es la más plena expresión de la democracia". Y más adelante se agrega, "La democracia, para los socialistas, es el sistema político que debe asegurar la convivencia entre los diversos componentes de la sociedad e inducir, por tanto, el desarrollo de los valores de la solidaridad y de la participación ciudadana en todas las esferas de la vida social" Hay dos cosas que se pueden destacar de esta última afirmación. Primero, que para los socialistas la democracia debe asegurar o garantizar la convivencia al interior de la sociedad política y no la lucha entre sus miembros. Segundo, que la democracia promueve la participación ciudadana de todos. Se trata de dos principios fundamentales, los cuales hoy día no existen o no son reconocidos por el "socialismo bolivariano" o "socialismo del siglo XXI" que encarna el gobierno de Hugo Chávez. Esto explica la reacción virulenta y grosera del "Caudillo de los Llanos", ante la decisión del senado chileno de enviar dos parlamentarios como observadores para las próximas elecciones a efectuarse en Venezuela.
El diputado Fulvio Rossi, presidente interino del PS., ha reconocido públicamente, en una actitud que lo ennoblece como persona y como político, marcando una clara diferencia frente al cinismo ético y político de algunos miembros de su partido, que el régimen de Hugo Chávez y el supuesto "socialismo del siglo XXI", no representa los ideales del socialismo ni en Chile ni en ninguna parte, por cuanto se trata de un régimen autoritario que no respeta la democracia ni los derechos humanos que le son indisociables. De este modo, Rossi ha manifestado su apoyo a la Declaración sobre Venezuela emanada del Comité de la Internacional Socialista para América Latina y el Caribe, reunido en Buenos Aires los días 9 y 10 de abril de 2010. ¿Qué se sostiene en dicha declaración que ha sacado ronchas en varios socialistas de este lado de la Cordillera?:
1. Reafirmar el compromiso del SICLAC con los valores políticos democráticos que siempre ha defendido la Internacional Socialista.
2. Expresar preocupación por el respeto a los Derechos Humanos y las libertades democráticas en dicho país y solicitar la liberación de los presos políticos y regreso de asilados.
3. Reiterar su llamamiento al diálogo entre todos los actores políticos de Venezuela.
4. Solicitar al Presidente del Comité de la Internacional Socialista para América Latina y el Caribe y al Secretario General de la Internacional Socialista que visiten Venezuela para reunirse con todo el espectro político de ese país, con el propósito de aquilatar las posiciones de las partes y explorar la posibilidad de promover el diálogo y el entendimiento entre ellas".
¿Qué persona sensata podría estar en contra de estos principios? ¿Qué demócrata podría no suscribir esta Declaración? No obstante esto, las críticas violentas de cierta "oligarquía del pensamiento" de izquierda y del "establishment estaliniano", que no cree ni respeta la diversidad de la cual tanto habla, y que desgraciadamente todavía subsiste en nuestro país, no se ha hecho esperar para descalificar sin argumentos al joven diputado chileno, y a cualquiera que se atreva a elevar alguna crítica al "militarismo dictatorial" de Chávez (militarismo no solo venezolano sino también cubano).
A la cabeza de dichas críticas se encuentra el ex miembro del PS, senador Alejandro Navarro: "Lo que a mí me preocupa es que el Partido Socialista esté a favor de esa resolución y si lo ha hecho le debe una explicación a sus militantes por calificar de dictadura a un gobierno elegido democráticamente". Y posteriormente ha agregado: "Si a Rossi, que dice pertenecer a la generación de recambio, le parece que un gobierno que gana limpiamente las elecciones -le guste o no- es una dictadura, en buena hora nos fuimos del PS". El que le debe una explicación al país no es el diputado Rossi sino más bien el senador Navarro por tener un doble estándar en materia de derechos humanos.
¿Cuál es el argumento del senador Navarro? En rigor ninguno. Nuevamente confunde sus gustos personales con los derechos de la razón. Cualquier persona que ha estudiado algo de historia política sabe que son numerosos los gobiernos o presidentes que han llegado al poder por la vía electoral, y que finalmente se han transformado en gobiernos autoritarios y dictatoriales, cambiando la Constitución Política que les permitió acceder a la primera magistratura y en el caso de Chávez llegar al extremo de romper con la tradición histórica de su pueblo arrogándose incluso el derecho de cambiarle el nombre a su propio país.
Algunos diputados socialistas, asustados por las presiones de algunos miembros del PS, han llegado al extremo de solicitarle al diputado Rossi que deje "de comprometer el nombre del PS, al aliarse a parlamentarios que hablan desde la derecha", ratificando la tesis de Navarro. Con esto se olvida que no importa desde dónde se habla, que no importa si se es de izquierda o de derecha, o de centro o de lo que se quiera, si lo que está en juego es la defensa de los derechos fundamentales de la persona. Lo que los parlamentarios olvidan, incluido el mismo Navarro, es que uno de los ejemplos más emblemáticos en la historia reciente de América Latina que pulveriza su supuesto argumento lo constituye el caso del ex - presidente peruano Alberto Fujimori, quien accedió al poder por la vía electoral, a través de elecciones "limpias" y "trasparentes" con observadores internacionales, y con el apoyo de una amplia mayoría de peruanos, y sin embargo, hoy día se encuentra en la cárcel por delitos de corrupción y de violación a los derechos humanos. No olvidemos que Fujimori también introdujo modificaciones a la Constitución para poder presentarse a la reelección, siendo electo para un segundo periodo con un 64% de los votos. Si el argumento del senador Navarro es válido para Hugo Chávez también lo es para Alberto Fujimori. Ese es el peso intelectual que tiene el argumento de un senador chileno y de varios diputados del partido socialista.
¡Qué contraste con las sólidas y coherentes reflexiones de la destacada periodista española de izquierda Pilar Rahola!: "Chávez utiliza la democracia para destruir la democracia, desmantelando minuciosamente sus instituciones, y tiene un proyecto imperial con sus aliados de Corea del Norte, Libia e Irán. Que este hombre diga que es de izquierda me molesta. Pero que apele a la libertad, me enfada profundamente. He militado en partidos de izquierda y peleo por conceptos de la izquierda pero no salgo del campo de juego. El campo de juego es el que delimitan la Carta de Derechos Humanos, la libertad y la democracia". Hace mucho tiempo que Chávez salió del campo de juego, con la venia de muchos y la complicidad silenciosa de otros tantos, particularmente de la izquierda chilena.
Esta es la encrucijada ética y política en la cual Hugo Chávez ha colocado al socialismo chileno. Por un lado legitimar su régimen porque según algunos encarna el espíritu del "socialismo del siglo XXI", aunque esto implique violar los derechos humanos de los disidentes u opositores a su gobierno. Por el otro desmarcarse del régimen autoritario de Venezuela como lo ha hecho la Internacional Socialista para exigir un pronto restablecimiento de las garantías individuales y del pleno estado de derecho. Esto implica pasar de la reflexión a la acción, es decir transformar su declaración de principios en hechos concretos en favor del fortalecimiento de la democracia en América Latina.
Entendemos y valoramos la diversidad al interior de un partido o sector político, pero esa diversidad no puede consistir en "hipotecar" la dignidad de la persona humana y el orden democrático ¿Por qué? Sencillamente porque toda diversidad supone un principio de unidad, y en este caso el principio de unidad no es otro que la misma persona humana y sus derechos inalienables. Sobre esto no puede existir doble estándar salvo que la democracia no sea más que un medio para la obtención y mantención del poder total que es la esencia de la Dictadura. Por esta razón, pensamos que para que la renovación democrática del socialismo chileno adquiera plena carta de ciudadanía frente a sus fantasmas del pasado, debe tener una posición clara y sostenida en materia de derechos humanos, no solamente en Chile, sino sobre todo en Venezuela y por extensión en Cuba que según algunos son regímenes más afines a sus reales ideales políticos. No se trata solamente de una cuestión ideológica sino sobre todo de carácter ético, porque compromete la conciencia de cada individuo en su compromiso con el respeto a la dignidad humana, especialmente de aquellas personas a quienes considera sus opositores.
Es legítimo entonces preguntarse: ¿Estará el socialismo chileno que se define a sí mismo como "la más plena expresión de la democracia" a la altura de los desafíos que los demócratas venezolanos esperan de él?
(*) Rodrigo Ahumada, Filósofo e historiador. Actualmente ejerce como Director de Pedagogía Educación Media en Historia y Geografía y Director Director del Área de Formación Integral de la Facultad de Ingeniería y Tecnología de la Universidad San Sebastián.